viernes, 8 de julio de 2011

Swansea, Mumbles, Wind St. y el Bryn

Rhossili Bay_Gower
Rhossili Bay
Rhossili Bay
Reflex bar
Reflex bar- Swansea
Swansea tiene ese no sé qué de las ciudades inglesas maravillosamente desprolijas y el alma galesa, noble y cordial con los recién llegados. Me enamoré de Swansea cuando vi las fotos de playas sin fin y rebaños perdidos en el verde de los acantilados. Cuando llegué en septiembre de 2009 me terminaron de convencer la extrema amabilidad de sus habitantes y ese sol gigantesco que moría en el mar, a unos 100 metros de mi casa. Dos semanas más tarde, llovía. Y así por aproximadamente un mes y medio. Y bueno, estamos hablando de Gran Bretaña, famosa por su clima poco amigable. Sin embargo, bastaron un par de semanas para que me acostumbrara a salir de casa sin paraguas, y ni siquiera hizo falta que me comprara las famosas botas Wellies. Con o sin lluvia (más con que sin) salía, iba a la facultad, recorría callejuelas coloridas, con puertas y ventanales horripilantes, sin ningún tipo de gusto arquitectónico, pero profundamente reales, donde podías encontrar una maceta rota, ya sin tierra y sin flores, así como un colchón de una plaza y media que servía de cama a los gatos del barrio, o más comúnmente latas y botellas de cerveza.
Swansea y su playa urbana, con aquellas fabricas demasiado cerca como para poder nadar en sus aguas. Swansea y la calle que bordea la costa que te lleva al faro de Mumbles, y más lejos a Gower. Swansea y esas calles cuesta arriba que te dejan sin aliento. Swansea y sus pubs… los pubs, cuántos recuerdos! El Bryn, una Foster’s a 1,90 £, y el Six Nations entre camisetas rojas y pintas; el Whitez, jugar al pool y la jukebox; Wind street y sus boliches y las chicas vestidas ridículamente únicas. Swansea y su supermercado Tesco abierto las 24hs. Swansea y su gente que habla en galés o en un inglés difícil de entender, pero que cada vez que lo escucho es música para mis oídos. Swansea y los amigos que conocí, el amor que nació y que siempre va a vivir en mis recuerdos. Swansea y yo, que ya no soy la misma desde que dejé una parte de mí en Gales. Como alguien que sabe amar verdaderamente, Swansea me dio todo lo que tenía para ofrecerme sin esperarse ni pedirme nada a cambio. Por eso, yo la sigo queriendo, por más que pasen los años y otras ciudades del mundo intenten seducir mi corazón.

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