Siempre me llamó la atención la vida de Alfonsina Storni, gran poetisa argentina, nacida en Suiza. Desde chica, oí hablar de ella, de sus poemas románticos y (ahora lo entiendo) eróticamente atormentados. Me acuerdo una vez de una maestra que nos hizo escuchar la zamba Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, cantada magníficamente por Mercedes Sosa. Sin embargo, poco nos enseñaron de su vida y de su obra. Nunca había leído una de sus poesías, hasta que me puse a buscar en la red y encontré flores, colores, lágrimas, alguna que otra rima, un mar... un mar que se lo llevó todo, o que la acompañó en su partida, puntos de vista.
Alfonsina Storni nació en Sala Capriasca, Suiza en 1892. Sus padres eran de Lugano, pero habían vivido en Argentina antes del nacimiento de la hija. Regresaron al país después de un tiempo, instalándose en San Juan, donde la familia tenía una cervecería. A los pocos años, se mudaron a Rosario y allí Alfonsina, cansada de las tareas del hogar que no la conformaban, empezó a buscar trabajo para independizarse, primero en una fábrica y luego como docente, pasando por el oficio de actriz.
En 1911 se trasladó a Buenos Aires, donde dio a luz a su hijo Alejandro, de quien se desconoce el padre. En la Capital entabló amistades con distintos poetas de la época, entre ellos Horacio Quiroga y Juana de Ibarbourou. Superada una fase incial algo difícil, supo demostrar sus cualidades poéticas: en 1920, publicó Languidez que le mereció el Premio Municipal de Poesía y el segundo puesto del Premio Nacional de Literatura. En 1925 sacó el libro Ocre, con el que marcó un cambio de rumbo en su poesía, pudiendo tratar temas ligados al feminismo y a la realidad de las mujeres de aquella época.
Alfonsina fue una poetisa reconocida en el país y en América Latina. Sin embargo, sus últimos años se vieron ofuscados por la enfermedad y la depresión: en octubre de 1938, se quitó la vida en Mar del Plata, arrojádose desde una escollera, o como dice la canción en la versión más romántica de su muerte, internándose lentamente en las frías aguas del mar.
Sin duda, habría muchas más cosas para contar sobre su vida, pero prefiero elegir sus obras, o algunas de ellas, para que hablen por sí solas y nos digan quién era Alfonsina. Espero que les gusten.
Soy un alma desnuda en estos versos, alma desnuda que angustiada y sola va dejando sus pétalos dispersos. |