sábado, 22 de septiembre de 2012

Tras los pasos de Cortázar por Montparnasse.

Viernes gris, último día en París. El cielo plomizo se va abriendo paso entre medio del poco celeste que queda. Camino por Montparnasse tratando de seguir, en vano, el recorrido que me sugiere la guía. Qué fácil es perderse entre tanto verde, tantas callecitas y tantos pensamientos. 
Pienso en aquellos que en un pasado no muy lejano miraron el mismo verde, caminaron las mismas calles y pensaron...¿las mismas cosas quizás? ¿En qué pensaban ellos?

París, Sena
"Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico".


Cortázar vivió en París, anduvo por este barrio, escribió en alguno (o muchos) de estos bares, contempló el Sena desde el Pont des Arts, amó a una mujer y dio luz a Rayuela.
Ernest Hemingway escribió parte de su novela Fiesta en París, juntándose nada más y nada menos que con Ezra Pound y James Joyce, entre otros.
Modigliani, De Chirico, Man Ray, Picasso, Dalí, Edith Piaf, y puedo seguir con la lista. Todos eligieron París para crear. Para creer también. En ellos mismos, en sus capacidades artísticas, en sus dones por qué no. Quién pudiera creer como ellos lo hicieron, quién pudiera crear con tal naturalidad algo tan grandioso. 
París parece ser la ciudad en donde creer es posible, en donde mágicamente tus pensamientos se vuelven esperanzados y tu corazón se anima a soñar un poquito. 

Garúa, de esas lloviznas molestas que mojan más porque caen lentamente, casi que no se ven, pero se sienten en las mejillas. Busco ese nombre, escrito en la piedra, "Cortázar Julio" y no logro encontrarlo entre tantos personajes ilustres: Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir yacen juntos, como dos grandes compañeros de aventura; Baudelaire, Beckett  y Man Ray experimentan en algún sitio tranquilo. 
Pienso en todas estas mentes "brillantes", que creyeron y crearon en París. Qué sensación extraña pisar el lugar en donde sus cuerpos ahora descansan. "Cortázar, acá está" -la voz de mi hermana me devuelve al presente, al Cementerio de Montparnasse. La tumba de Julio, ahí, delante de mis ojos, abrazada de papelitos de colores, salpicada de frases suyas, ya nuestras. 
Nunca un cementerio me pareció tan cálido como hoy. Los boletos del subte de París, las lapiceras apoyadas sobre el mármol casi como un guiño cómplice entre autor y lector. Ese cronopio verde. Cuánta admiración, cuánta nostalgia de no haber charlado con vos, Julio. 
Sin embargo, siento que nos conocemos, yo leyéndote, vos escribiéndome. Gracias por la Maga, gracias por Oliveira. 
Gracias por este París. 

Quai de Conti-Paris
"Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti..."
Arco Quai de Conti

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