María Elena Walsh nació en Ramos Mejía (Argentina) el 1 de febrero de 1930, de padre con sangre mitad inglesa y mitad irlandesa y madre de descendencia gaditana. El contexto familiar en el que se crió naturalmente influyó mucho en su obra poética: por un lado, su madre le transmitió el amor y la sensibilidad por la naturaleza, por el otro, la habilidad para aplicar el
nonsense y jugar con las palabras, parece ser mérito paterno.
Cursó sus estudios secundarios en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, un ambiente educativo propicio para que una adolescente como María Elena, con las inquietudes típicas de la edad y además con su creciente capacidad artística, pudiera desarrollar una percepción del mundo ideológicamente distinta. Siempre se caracterizó por ser una joven rebelde, en la vida y en la poesía: de hecho, trabajaba con el lenguaje, experimentando con las rimas y la métrica. En 1947, Walsh publicó Otoño imperdonable, una recopilación de sus poemas de juventud, publicada a expensas de la autora, convirtiéndola en la joven promesa de la poética argentina. En 1948 Juan Ramón Jiménez la invitó a pasar una temporada en Nueva York junto a él y su esposa. Fue una experiencia poco satisfactoria para la poetisa, a pesar de haber compartido tertulias con artistas como Ezra Pound, Pedro Salinas y Salvador Dalí.
En su vuelta a la Argentina, escribe y publica su segundo libro, Baladas con ángel. Sin embargo, durante los gobiernos de Perón se vio obligada a exiliarse en París, como muchos otros intelectuales de aquella época, por no compartir la ideología y la demagogia peronista. En la "ciudad de las luces" vivió junto a Leda Valladares, con quien además de compartir una relación sentimental, trabajó muchos años en el dúo Leda y María, cantando folklore en el Barrio Latino. Tuvieron mucho éxito en Francia, hasta lograron grabar su primer disco Le Chant du Monde. A todo esto, María Elena siguió escribiendo poemas y empezó a dedicarse a la literatura infantil, con canciones y juegos de palabras, típicas del nonsense irlandés.
Cuando regresaron a la Argentina, el dúo Leda y María no logró tener aceptación comercial, así como el libro Tutú Marambá, dedicado a la niñez, que pudo ser publicado recién en 1960. Siguieron Canciones para Mirar, Juguemos en el mundo (película dirigida por su compañera de aquel entonces María Herminia Avellaneda) y algunos ensayos. Su obra se vio censurada durante el Proceso, años en los que ella vivió en Argentina y denunció atropellos y violaciones a los derechos humanos. Durante los años de la dictadura militar, además, dejó de cantar en público, si bien temas como Serenata para la tierra de uno, Como la cigarra y Oración a la Justicia, fueron tomadas por los disidentes y los perseguidos como himnos desde el exilio.
Su último gran amor fue la fotógrafa Sara Facio, con quien vivió la época de la insatisfacción artística, ya que todo lo que escribía no le gustaba. Quizás por este motivo, volvió a dedicarse a la literatura infantil, que ya la había consagrado como símbolo argentino entre grandes y chicos. María Elena Walsh falleció el 10 de enero de 2011 en Buenos Aires, dejandonos una obra grande, rebelde y tierna.
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María Elena Walsh, retrato de Sara Facio. |
Con Ustedes hoy comparto algunas de sus poesía o canciones que más me gustan (sobre su literatura infantil, ya escribiré más adelante).