miércoles, 6 de junio de 2012

La vida como el amor, de cajón

La noche es mi amiga más fiel, es la Calíope más bella y más cercana que tengo. La noche me acompaña siempre. Y la música libera mis dedos sobre el teclado, es potente en los oídos y en las manos. 
Me encanta el mate cocido, huele a infancia, a mate cocido con leche, a mis raíces, a eso que fui y que soy; y el gusto es dulce, como las tostadas con dulce de leche, o a veces amargo, como el pan con manteca en 2002. 
Por la noche escribo y tomo mate cocido, o alguna otra infusión  que encuentre en la alacena de la cocina. Hoy exclusivamente voces femeninas me inspiran: algo de Nina Simone, Amy, Feist, Norah Jones, Fabi. ¿Por qué la mayoría de las canciones hablan de amor? De amores terminados, interrumpidos, amores jamás declarados. 
Ayer pensaba en lo loca que es la vida, un día te pone adelante una persona, te la presenta y te hace ver algo que te atrae, que te eriza la piel. Bueno, no siempre. Digamos que te gusta. Y tu mundo cambia, así como el de la otra persona. En el bien y en el mal, tu vida no será la misma, vos dejás de ser lo que eras en el instante en que conocés a alguien que te atrae. Empezás a compartir gustos, ideas, amistades, casa. A veces hasta te parece que vivieras un poco la vida del otro, y tu vieja-vida hubiera quedado guardada en un cajón esperando. Un día abrís ese cajón, de casualidad, y tu vieja-vida te salta encima, asfixiada de tanto estar ahí, guardada. Pero, ya no sabés cual de las dos vidas es la que querés, o si no querés a ninguna de las dos. Cambiar, de eso se trata.
Tenés que saber que tu vieja-vida siempre va a estar ahí en ese cajón en donde la pusiste un día, y tenés que calcular que de vez en cuando necesitará salir a la luz, a respirar. Aunque, de todos modos, nunca va a volver a ocupar el lugar principal que tuvo en pasado; sería imposible, porque vos ya no sos la misma, cambiaste ¿te acordás? Tus labios besaron otros labios, y tus ojos se vieron a través de otros ojos.

Y llega el momento del "es mejor cortar", los labios ya no se tocan, los ojos se nublan de lágrimas y ya no ven.
Le Muguet du Métro (Marc and Christiane Chevalier in the Paris Metro), Robert Doisneau (1953)
Ayer me preguntaba a dónde andrán a parar los pocos "te quiero" que algún día le dije a esa persona con la que compartí infinidades de cosas; ¿qué fue de esa yo que pronunció aquellas palabras? Pasó a ser parte de mi vieja-vida en un instante. Un instante largo meses
Los "te quiero" eran aseveraciones, no promesas. Testimonios de un presente devenido pasado. Estarán guardados en algún cajón, junto con los besos, las caricias, las miradas cómplices, Tracy Chapman y nosotros bailando Fast Car. Las bromas de la vida son escribir sobre mi vieja-vida y que de los auriculares salga esa misma canción. Esto no es obra del destino, yo sola fui metiendo todo en los cajones y de vez en cuando se abren. Otros cuesta cerrarlos, pero basta un ojo atento para darse cuenta de que están mal colocados, hay que sacarlos completamente para poder empujarlos con fuerza y cerrarlos de una buena vez por todas. Algunos, en cambio, parecen quedar perennemente abiertos, a la merced del primero que llega y, al ver el desorden que abunda en esos cajones, sale corriendo. 
El desorden siempre asusta a los demás.
Mejor revisar qué guardamos en esos cajones abiertos, hacer una selección de recuerdos, quedarse con los mejores, los que nos sirven para seguir con las nuevas-vidas que vendrán. Y después, cerrémoslos.
La limpieza de cajones siempre me gustó, como el mate cocido y la voz de Norah Jones. 
Tracy Chapman ya no me gusta como antes, igual.

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